La habilidad de controlar el balón, que distingue a un verdadero futbolista de un simple velocista, se llama regate. Un jugador es peligroso e impredecible en el campo debido a su capacidad para mantener el balón en los pies, sortear a los oponentes y mantener el control incluso a altas velocidades. Además del talento innato, para alcanzar este nivel de competencia es necesario un entrenamiento diario deliberado que mejore la velocidad y la coordinación de los pies.
En primer lugar, es fundamental comprender que el regate fundamental implica más que simplemente avanzar; también implica tener la flexibilidad para cambiar rápidamente de trayectoria, ritmo e improvisar ante los movimientos del defensor. Cada sesión de entrenamiento debe incluir ejercicios para aumentar la velocidad de los pies. Regatear el balón lo más cerca posible de los pies, realizar toques rápidos y acelerar gradualmente en distancias cortas son algunas de las técnicas más eficaces. Practica lentamente al principio, intentando sentir cada impacto del balón, y aumenta gradualmente el ritmo para agilizar el movimiento.
Cuando necesitas maniobrar el balón alrededor de obstáculos como conos o chips, dejándolos a la izquierda y a la derecha a una distancia mínima, la “serpiente” es otro componente crucial. Además de enseñarte a cambiar rápidamente entre diferentes enfoques, incluso en espacios reducidos, esta práctica es perfecta para mejorar tu precisión, coordinación y equilibrio. A medida que mejores, aumenta la velocidad de ejecución o reduce la distancia entre obstáculos para ir haciendo la estrategia más compleja.
El sentido del balón y la ligereza de piernas también se desarrollan mediante el malabarismo tradicional. Intenta lanzar el balón tantas veces como puedas sin que toque el suelo. Esto sirve para aprender la respuesta de los pies y el movimiento general, además de mejorar el control.
Las carreras rápidas con el balón, las paradas bruscas y las rotaciones rápidas son igualmente beneficiosas. Esta práctica imita escenarios de juego reales en los que el jugador debe derrotar a un oponente o huir a campo abierto.
La precisión técnica, el manejo rápido del balón y la seguridad en uno mismo son necesarios para un regate exitoso. La base para ser un verdadero dueño del balón y poder crear momentos incluso en los momentos más estresantes del partido es el entrenamiento regular del juego de pies. La perseverancia, la persistencia y el deseo de superarse son cruciales en esta situación; solo así cada movimiento tendrá una verdadera maestría futbolística.